Un poco de viento

Una ventana entreabierta. Un poco de viento la abre, alzando las finas cortinas como si fuesen humo. Y de repente, el aire del exterior y el del interior de la casa se entremezclan. No hay quien distinga un ambiente del otro. Respiras ambos como si fuesen uno. Ya se han convertido en uno, en realidad.

Como el aire, así se mezclan en nuestras vidas realidad y ficción, lo que vivimos por fuera y lo que experimentamos en nuestro interior. Somos ambas cosas, lo que hacemos y lo que soñamos. Y, sin embargo, solo le otorgamos el título de real a lo que hacemos, lo tangible, lo que podemos tocar.   

Es habitual que a las personas que se dedican a escribir les pregunten qué parte de verdad hay en sus libros. Realmente, quien lo pregunta, no se está refiriendo a la verdad, sino a lo que la mayoría de la gente llama realidad. Lo que le están preguntando es si le ha pasado algo de lo que cuenta en el libro, como si lo que le pasara a una persona en lo que llamamos realidad fuera más verdadero y más real que lo que ocurre en el campo de sus deseos y de sus sueños. 

No creo que haya más verdad en las palabras que decimos que en las que pensamos, como no creo que sea más verdadero lo que hacemos en la realidad que en el campo de los sueños y los deseos. La vida, en realidad, es más pequeña que los sueños. La realidad ocurre y tiene a su favor que es tangible, que puede tocarse con las manos como se toca un tenedor o un secador de pelo. A los deseos, sin embargo, es difícil alcanzarlos con las manos, pero por esa misma razón son más difíciles de destruir. Los sueños son como notas de piano que la realidad, con su ruido, sus gritos y sus voces, puede convertir en inaudible. Pero nadie puede impedir que, a pesar de ello, esas notas sigan sonando en nuestro interior, recordándonos que la realidad no es lo mismo que la verdad. Verdad es los sueños mientras duran. Y algunos pueden durar toda una vida. Solo hace falta que sople un poco de viento de vez en cuando, para que la ventana se abra y los deje respirar. 

Eskerrik asko

Aitaren etxea nobelak Euskadi Literatura Saria irabazi duela ta, eskerrak eman nahi dizkiet sariaren epaimahaiko kide guztiei, Elkar algitaletxeari, liburu-saltzaileei ta bereziki irakurleei, liburua argitaratu zenetik sentitu baitut haien babesa eta konpainia. Eskerrik asko!

Tras la concesión del Premio Euskadi de Literatura a la novela Aitaren etxea, quiero dar las gracias a quienes han compuesto el jurado del premio, a la editorial Elkar, a las y los libreros por su apoyo, y en particular, a las y los lectores, a quienes he sentido muy cerca desde que se publicó el libro. Eskerrik asko!

Desilusión

De la desilusión no se vuelve. Es un camino sin retorno. Por eso es tan peligrosa la desilusión, por eso duele tanto. En la vida, puede ocurrir que nos enfademos con un amigo o una amiga y que, con el tiempo, nos reconciliemos; puede ocurrir que una relación amorosa se apague por un tiempo y que, como las brasas cuando se soplan con un fuelle, vuelva de repente a encenderse otra vez… Nos podemos recuperar del enfado, del sentimiento amoroso, del dolor…, pero no de la desilusión. Cuando una persona nos desilusiona, es como si hubiese pasado una frontera y se hubiese cerrado una puerta a sus espaldas. Ya no puede volver a tu mundo, a tu confianza, a tu alma. Ya no puede volver a convertirse en parte de tu ilusión. Aunque quieras. Y eso es lo doloroso, que, aunque quieras recuperar a esa persona, la desilusión la ha expulsado ya de tu vida. La desilusión manda más que tu voluntad.  

La desilusión es como algunas palabras, que marcan un camino de no retorno. Hay palabras que una vez dichas no tienen vuelta atrás. Cuando una pareja se pierde el respeto, por ejemplo. Hay un antes y un después.  Aunque la pareja se mantenga unida, esas palabras seguirán sobrevolando siempre la relación como buitres.  

La desilusión suena como un piano cuando no se sabe tocar. Es esa mezcla de notas y sentimientos en distintas direcciones que rompen la armonía y crean un estruendo imposible que nos molesta, nos disgusta, nos altera los nervios. 

De la desilusión no se vuelve. Así que es importante andar con cuidado para que ni las personas, ni los proyectos en los que nos embarcamos nos desilusionen, pero, sobre todo, hay que andar con cuidado para no desilusionar a las personas que nos rodean, a las que realmente nos importan. A veces basta con mostrar de vez en cuando que nos preocupa lo que pasa en sus vidas para no pasar la frontera de la desilusión. A veces basta con avivar las brasas con el fuelle de vez en cuando para no llegar a ese estadio de no retorno. Ánimo, quizá estemos aún a tiempo.

Desilusioa

Ez dago desilusiotik bueltatzerik. Itzulerarik gabeko bidea da. Horregatik da hain arriskutsua desilusioa, horregatik eragiten du hainbeste min. Bizitzan, gerta daiteke lagun batekin haserretzea eta, denborarekin, adiskidetzea; gerta daiteke maitasun-harreman bat aldi batez itzaltzea eta, txingarrak hauspotzen direnean bezala, bat-batean berriro piztea. Berriz ere berreskura gaitezke pertsona batek eragin digun haserretik, maitasun-sentimendutik, minatik, baina ez desilusiotik. Pertsona batengan genuen ilusioa galtzen dugunean, pertsona horrek muga bat igaro eta bere atzean ate bat itxi balu bezala da. Ezin da zeure mundura itzuli, zeure konfiantzara, zeure arimara. Ezin da gehiago zure ilusioaren parte izan. Nahi izanez gero ere ez. Eta hori da mingarriena, pertsona hori berreskuratu nahi baduzu ere, desilusioak zure bizitzatik bota duela jada. Desilusioak zure borondateak baino gehiago agintzen du.

Desilusioa hitz batzuk bezalakoa da, itzulerarik gabeko bidea markatzen dutenak. Hitz batzuek ez dute atzera bueltarik. Bikote batek euren arteko errespetua galtzen duenean, adibidez. Bikoteak elkarrekin jarraitu arren, hitz horiek putreen antzera egingo dute beti hegan euren harremanaren gainetik.

Desilusioa da piano baten soinua jotzen ez dakigunean. Norabide desberdinetan doazen noten eta sentimenduen nahasketa da, harmonia hausten duen eta nerbioak asaldatzen dizkigun zarata ezinezko bat sortzen du.

Ez dago desilusiotik bueltatzerik. Beraz, garrantzitsua da kontuz ibiltzea, ilusiorik ez galtzeko ez pertsona ez proiektuetan, baina, batez ere, kontuz ibili behar da inguruan ditugun pertsonek, guretzat garrantzitsuak direnek, ez dezaten oraindik gugan duten ilusioa galdu. Batzuetan nahikoa da noizean behin euren bizitzan gertatzen denak kezkatzen gaituela erakustea, desilusioaren muga ez igarotzeko. Batzuetan, nahikoa da harremanen txingarrak hauspoarekin bizitzea noizean behin, itzulerarik gabeko egoera horretara ez iristeko. Animo, agian oraindik garaiz gabiltza ta.

El calcetín

Cuando hace la colada se encuentra un calcetín desparejado un día sí y otro no. Y siente como si el orden del mundo se tambaleara. El calcetín se convierte en ese pequeño guisante bajo el colchón de la princesa que, a pesar de ser poca cosa, con el paso del tiempo se siente y acaba doliendo. Cada vez que se queda con uno de esos calcetines solteros en la mano, no sabe muy bien dónde dejarlo: lo mete en un cajón, lo devuelve al cesto de la ropa sucia, lo esconde bajo los demás calcetines con la esperanza de que en aquella oscuridad encuentre pareja por su cuenta… Y se siente mal. Así años y años.

Pero hoy ha ocurrido algo importante. Un calcetín desparejado ha amenazado otra vez su equilibrio, pero, en esta ocasión, sin tiempo para pensarlo, ha cogido el calcetín y lo ha tirado a la basura. Y en ese momento, además de sorprenderse por su acción, ha sentido un placer desconocido. Ha sido como quitarse una pesada mochila de la espalda. Y se ha reído. Años y años de malestar cada vez que se encontraba un calcetín solo, y mira, lo fácil que era: bastaba con tirarlo a la basura. Fin.

Y así con tantas cosas. Su hija le ha preguntado si puede quedarse a dormir en casa de una amiga y le ha respondido que sí a la primera, que vaya, que se lo pasen bien. Se le ha quedado mirando unos segundos para comprobar que no es una broma, que su madre, la que siempre le persigue con el rosario de “ten cuidado-no vengas tarde-ni se te ocurra-ni por favor ni porfavora”, de repente, le ha dicho que sí y le ha sonreído. Lo que no sabe su hija es que esa sonrisa responde al alivio que siente tras tantos años de preocupaciones por su hija, de noches sin dormir esperando a que llegue… No sabe que esa sonrisa no significa “pásatelo bien”, sino “allá cuidaos”.

Y al oír el sonido de la puerta cuando se ha marchado su hija, ha pensado en lo equivocada que ha estado hasta ahora, siempre intentando controlar el mundo que le rodea, retenerlo, cuando muchas veces solo hay una manera de retener lo que realmente necesitamos: dejándolo marchar.

Galtzerdia

Arropak eskegitzen dituenean, askotan agertzen zaio parerik gabeko galtzerdi bat. Eta txikikeria bat badirudi ere, munduaren ordena kolokan jartzen dela sentitzen du. Galtzerdia printzesaren koltxoiaren azpiko ilar txiki hori bihurtzen da. Txikia izan arren, denboraren poderioz sentitzen duzun horietakoa. Galtzerdi ezkongabe horietako bat eskuan geratzen zaion bakoitzean, ez du jakiten oso ondo non utzi: tiradera batean sartzen du, edo arropa zikinen saskira itzultzen du, edo gainerako galtzerdien azpian ezkutatzen du, ilunpe hartan bikotekidea bere kasa aurkituko duelakoan edo. Eta gaizki sentitzen da.

Baina gaur gauza garrantzitsu bat gertatu da. Parerik gabeko galtzerdi batek bere oreka mehatxatu du, baina, oraingoan, bere buruari pentsatzeko astirik eman gabe, zakarrontzira bota du. Eta une horretan, bere ekintzaz harritzeaz gain, plazer ezezagun bat sentitu du. Bizkarretik motxila astun bat kentzea bezala izan da. Eta barre egin du. Urtetan gaizki sentitu da galtzerdi bat bakarrik aurkitzen zuen bakoitzean, eta begira, zein erraza zen: nahikoa zen zakarrontzira botatzea.

Eta horrela hainbeste gauzekin. Alabak galdetu dio ea lagun baten etxean gera daitekeen lo egitera, eta pentsatu gabe baietz erantzun dio, joateko, ondo pasatzeko. Alaba begira geratu zaio segundo batzuk, bere ama txantxetan ez dagoela egiaztatu nahian. Izan ere, beti izan du ama atzetik “kontuz ibili, ez zaitez berandu etorri, ezta pentsatu ere” arrosarioarekin, eta bat-batean baietz esan dio, ondo pasatzeko eta irribarrez gainera. Alabak ez daki zer dagoen irribarre horren atzean. Ez daki bere amak bat batean sekulako liberazioa sentitu duela bere alaba non ibiliko den pentsatuz hamaika gau lo egin ezinik igaro ondoren. Ez daki irribarre horren itzulpena ez dela: ondo pasa. Irribarre horren atzean beste esaldi bat dagoela: allakuidaos.

Eta alabak alde egitean, atearen hotsa entzun duenean, pentsatu du zein oker egon den orain arte, bere inguruko mundua kontrolatu nahian, bereganatu nahian, askotan benetan behar duguna lortzeko modu bakarra dagoenean: joaten uztea.

Algo muy gordo

Es que si me concentro, lloro. Así me ha respondido una amiga cuando le he dicho que es hora de parar un poco, que la veo hiperactiva, sin parar de hacer cosas, haciendo planes, organizando encuentros, si no está haciendo el cambio de ropa de invierno por la de verano, está mirando en internet sillas para la terraza, entreteniéndose con lo que puede, sin tiempo para pensar. Y resulta que ese es el objetivo, no pensar, porque tal y como me ha confesado, si se concentra, llora.

Me han dado ganas de responderle que lo que tiene que hacer es concentrarse y llorar, porque ese estar escapándose de sí misma todo el tiempo no tiene buena meta. Y he pensado que mi amiga es como este mundo, que no para, que no quiere parar para no ver que está impulsando un modelo de desarrollo insostenible, que se está comiendo el planeta, que hace a la gente pobre más pobre, a la gente rica cada vez más rica, que deja la dirección del mundo en manos de grandes multinacionales, que nos conduce al consumismo sin límite como única opción de ocio, que mira a la cultura como un adorno del que se puede prescindir… Y que cuando alguien le dice que pare, que piense sobre qué modelo de sociedad quiere construir, responde que no, que no para, porque si para, llora. Y si al parar se da cuenta de que este modelo no funciona, a ver cómo va a reinventarse todo lo que se ha montado alrededor de él. Que cambiar el modelo es algo muy gordo.

Tampoco mi amiga quiere verse desnuda ante todas las inercias que le llevan a hacer cosas que no le gustan, todas las palabras que ha dicho de las que se arrepiente, ante la imagen de lo que se ha convertido su vida, que en nada se parece a lo que un día, de joven, soñó. No lo quiere ver, y por eso gasta su tiempo buscando sillas para la terraza en internet. Aunque lo que realmente le gustaría llenar no es la terraza, sino su vida. No le he dicho nada, porque sé que me va a contestar que es inútil que, a estas alturas, cambiar su vida es algo muy gordo.