No es la lluvia,
no me duele,
las nubes ponen límite
al mundo
y me protegen.
No es el invierno,
no me duele,
la oscuridad acorta los días
y eso me tranquiliza.
Son el sol,
sus destellos en una ventana lejana
que se abre,
el viento sur,
el aroma del verano,
lo que me duele.
Porque el mundo se amplía
se alarga,
se extiende,
y entonces
todo pasa
en otro sitio.